Autora: Mtra. Laura Rosalía Martínez Gutiérrez, profesora de la Licenciatura en Psicología con Enfoque de Atención a Víctimas
Ser mujeres docentes, implica muchas veces, ir más allá de las labores profesionales. Frecuentemente, ocurre que las y los estudiantes traen cuestiones psico-afectivas a las aulas que obstaculizan y/o impactan su desempeño académico. Esto lo pude experienciar de cerca a lo largo de varias décadas de servicio docente que ejercicio mi mamá, sobre todo a nivel primaria.
En las escuelas donde ella daba clases, tanto en la matutina como en la nocturna, sus estudiantes eran de bajos recursos, vivían contextos de violencia intrafamiliar, abuso sexual, abandono de sus madres y/o padres o niñas y niños que a corta edad tenían que trabajar para ayudar con el sustento económico de la familia. Los factores anteriores generaban dificultades de concentración en la escuela, impedían desarrollar un genuino interés por los contenidos escolares, incluso les hacía tener una actitud agresiva con sus compañeras/os y maestras/os.
Por lo anterior, mi mamá tenía que abrir espacios de escucha, contención e intervención emocional. Es importante mencionar que, en ese tiempo, ante una escuela y método tradicionalista de enseñanza, se complicaba su labor humana, de atender y darle prioridad a las necesidades personales de cada estudiante; sin embargo, con actitudes como la congruencia, comprensión empática, consideración positiva incondicional y un profundo compromiso con la niñez a su cargo, ella se convertía en educadora centrada en las personas, la cual no se enfocaba en cumplir los contenidos teóricos impuestos por el programa educativo, sino tener una mirada de persona a persona.
Situaciones similares han vivido y me han compartido otras docentes que he conocido, tanto en mi familia como amistades. Ahora, yo misma me dedico a la docencia, por lo que he experienciado y sentido en carne propia la importancia de llevar a cabo una educación centrada en las personas. Cada quien, desde su subjetividad, trae necesidades, intereses e inquietudes particulares que, atendidas y abordadas desde la reflexión y retroalimentación grupal de persona a persona, generan un aprendizaje significativo.